Incluso con las bondades del coche eléctrico, que no son pocas, no es menos cierto que a largo plazo debemos plantearnos alternativas al vehículo privado.

Aún en el marco ideal de que todos los coches consumieran energía eléctrica generada por fuentes renovables, lo cierto es que nuestras ciudades no podrán absorber el crecimiento del tráfico por mucho más tiempo.

Y la situación se acentúa, el siglo XXI es el siglo de las ciudades, por primera vez en nuestra historia hay más habitantes en ciudades que en regiones rurales.

Por estos motivos, parece obvio que se requiere un cambio modal hacia el transporte público, así como otras iniciativas que se están tanteando para reducir la presencia de vehículos privados, entre las que se enmarca el coche compartido o carsharing. ¿Puede el coche pasar de ser una propiedad a un servicio?

Según el estudio Five trends transforming the automovile industry, la cosa no quedará ahí, en 2030 los coches serán “eléctricos, autónomos, compartidos, conectados y actualizados anualmente”.

Este mismo estudio vaticina que en ese horizonte el 95% de los coches matriculados serán eléctricos (55%) o híbridos (40%).

Pero ciñámonos a la movilidad compartida, ¿en qué consiste exactamente? Como anticipábamos se trata de no tener un coche en propiedad, sino de pagar por su uso.

Algunas compañías poseen una sede fija donde podemos recoger y devolver el vehículo, y otras los poseen repartidos por la ciudad para poder utilizar aquel que esté libre y más cerca de nosotros. Algo muy similar a los servicios de alquiler de bicicletas, por ejemplo. Y vosotros… ¿qué pensáis? ¿Os prestaríais a ello?

Debemos tener en cuenta que esta corriente entronca también con las nuevas tecnologías en el ámbito de la información y la comunicación. Con los nuevos ritmos de vida. Con generaciones que no ven o no verán nada extraño en recurrir a una app para encontrar un coche que pueda llevarles desde “A” a “B”, y sí en pagar el coste y el mantenimiento de un vehículo que permanece parado la mayor parte del tiempo. Personas que cambian con más frecuencia de trabajo, de ciudad o incluso de país, y que pueden percibir un coche en propiedad como una carga.

Según la Asociación Española de Car Sharing (AEC), un vehículo particular está parado el 96% del tiempo. En nuestro país hay unas 2.000 unidades de car sharing, la mitad de motor convencional y la otra mitad eléctricos.

La tendencia alcista del carsharing se refleja en que son ya las propias marcas de coches, los fabricantes, las que se están apuntando a esta dinámica creando sus propias redes de este servicio. “Zity” de Renault, “Respiro” de Seat, “DriveNow” de BMW… También diversas cooperativas como AlternaCoop o Som Mobilitat operan en este sector.

Lo cierto es que el coche eléctrico posee un enorme potencial también en este campo al presentar sinergias con los sistemas de coche compartido, ya que además de no tener que afrontar los gastos por ahora superiores derivados de la compra de un coche eléctrico (aunque posteriormente podamos amortizarlo), tampoco debemos preocuparnos de la instalación y gestión de la infraestructura de recarga. Deseamos movernos, encontramos un coche cargado et voilà, a funcionar.

 

Ya tengas una empresa de movilidad eléctrica compartida, una cooperativa, o formes parte de cualquier otro tipo de institución que promueve el carsharing, necesitarás Wallbox o puntos de recarga para tu proyecto.  Si quieres asesoramiento, no dudes en contactar con nosotros.

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