El fabricante japonés Mitsubishi ha presentado recientemente un sistema para compartir energía entre el hogar y el automóvil, pero no es el primero que plantea soluciones similares.
¿Qué pueden aportar este tipo de sistemas?
La transición hacia el coche eléctrico… de la mano de una transición renovable
El aumento de la polución está llevando a restricciones al tráfico en muchas de las grandes ciudades de Europa.
Hay que tener en cuenta que el crecimiento del PIB de un país siempre está asociado a una mayor demanda de movilidad. Por lo tanto, se convierte en un asunto de gran relevancia conseguir que esa coyuntura no se traduzca en un incremento de emisiones.
Un cambio modal hacia el transporte público, el aumento del uso de la bicicleta y la utilización del vehículo eléctrico son cables para revertir esta tendencia.
El Global EV Book de 2017 ha cuantificado el crecimiento de la presencia de vehículos eléctricos en 2 millones en los últimos seis años. Cifra aún un tanto tibia pero que va en aumento a medida que aparecen nuevos modelos, con más rango de autonomía y precios más contenidos.
El coche eléctrico, por sí solo, puede ayudar notablemente a que vivamos en ciudades con una mejor calidad del aire.
Sin embargo, para que realmente podamos hablar de una movilidad más sostenible, es vital que aumente la generación eléctrica de fuentes renovables y que la electricidad que cargue nuestros vehículos no provenga de centrales en las afueras que se alimentan de combustibles fósiles.
Es decir, la revolución del coche eléctrico será renovable, o no será.
La preocupación sobre el efecto de los coches eléctricos en el sistema
La producción de energía, a gran escala, plantea un problema muy concreto: ha de generarse la cantidad que se consume. Por el momento, no disponemos de sistemas de almacenamiento efectivos en este contexto tan amplio.
La energía que consume por ejemplo tu lavadora, está siendo producida en ese mismo instante.
Las energías renovables y la fotovoltaica en particular también puede jugar un papel vital para paliar este fenómeno, en tanto en cuanto pueden descentralizar la producción energética acercándola a los puntos de consumo y democratizar el acceso a la energía.
Pero también los sistemas de acumulación, un sector objeto de numerosas investigaciones que también será clave. A grandes rasgos, las baterías nos permiten almacenar y gestionar recursos que no controlamos, como el viento o el sol.
Si la energía se produce de forma limpia y renovable, más cerca del punto de consumo evitando con ello las pérdidas por transporte, y se almacena en el plano local con baterías domésticas, la ecuación se vuelve más sencilla.
Estaríamos, en cualquier caso, ante un cambio de paradigma.
Nuevas aplicaciones para las baterías de los coches eléctricos
Aquí es donde entran en juego sistemas como el de Mitsubishi, que plantean compartir la energía de casa con la del coche, de forma bidireccional. La marca japonesa denomina a esta solución Dendo Drive House (DHH).
Sincronizando hogar y vehículo, se puede seleccionar cuándo queremos que la red vierta energía a la batería del coche y viceversa. Tesla también estaría trabajando en una solución similar, así como Nissan con su Nissan Energy Home, ya en pruebas y que no debería tardar en llegar a los hogares.
Este uso de la batería del coche eléctrico, combinada con la energía solar fotovoltaica en el hogar, daría pie a soluciones muy interesantes.
A fin de cuentas, la mayoría de trayectos a diario no precisan de gran autonomía y muchos de los consumos del hogar pueden cubrirse también usando solo un pequeño porcentaje de las baterías.
El coche eléctrico como acumulador doméstico
En este contexto, el coche eléctrico automáticamente adquiere una nueva función, la de acumulador de nuestra instalación de autoconsumo.
Su precio, que sigue siendo mayor que el de los vehículos convencionales con motor de combustión y no al alcance de todos los bolsillos, resulta más atractivo si tenemos en cuenta este nuevo uso. La mayor inversión en el coche eléctrico, deviene en un menor desembolso en bancos de baterías.
El vehículo trabajaría en consonancia con la instalación fotovoltaica, estando estacionado en el garaje, para amortizar nuestra instalación en un periodo menor y reducir el consumo de nuestra factura eléctrica.
¿Cómo? Como lo haría cualquier banco de acumuladores, almacenando los excedentes de energía solar a medio día, para consumirlos por la mañana o la noche… o cuando la climatología es adversa.
Otra opción sería recargar la batería durante la noche, en caso de contar con una tarifa de discriminación horaria, cuando la electricidad es más barata. Consumiéndola a posteriori en el hogar cuando la electricidad procedente de la red es más cara.
No cabe duda de que nuevas e interesantes sinergias surgirán entre las energías renovables en el ámbito doméstico, en especial la fotovoltaica, y el vehículo eléctrico.