La dotación de la infraestructura necesaria para realizar recargas es imprescindible de cara a lograr un uso extendido del coche eléctrico, hasta aquí nada nuevo. Pero pecaríamos de una mentalidad cortiplacista si pensásemos en que basta con instalarlos, ¿qué ocurre con su gestión una vez ya se encuentran operativos? ¿qué problemas pueden surgir?
Obviamente no nos referimos aquí al Wallbox que tienes instalado en tu garaje particular, sino a los puntos de recarga dispersos por la geografía española e instalados en la vía pública, en comercios, etc., al alcance de cualquier usuario.
Y es que a medida se instalan puntos de recarga surgen algunos conflictos que, a pesar de resultar más o menos esperados, es ahora cuando comienzan a ganarse un hueco en la agenda y en los debates. Conflictos que deben abordarse, en ocasiones mediante la modificación de la legislación vigente en aras de promover un correcto uso de estas dotaciones.
En Europa en general y en Alemania en particular, la adecuada gestión y uso de la infraestructura de recarga está planteando un debate minucioso y enriquecedor. Si aún no sabes a qué nos referimos o qué casos pueden requerir una nueva reglamentación, ahí va un ejemplo clásico:
Conduces tu coche eléctrico, su autonomía se sitúa en una cota reducida y andas en busca de un Wallbox o un punto de recarga. Como buen conductor previsor, conoces de sobra uno situado en la vía pública que te pilla de paso, así que sigues conduciendo con tranquilidad hasta tu destino. Un destino que finalmente encuentras… pero no como esperabas. Resulta que un coche convencional está ocupando la plaza de estacionamiento habilitada para las recargas. ¿Qué sucede entonces?
En este caso no se trata ya de una molestia por la falta de civismo del conductor que ha estacionado en ese lugar, puede suponer una complicación relativamente grave si se trata del único punto de recarga que tenemos a nuestro alcance. ¿Pero estamos entonces ante eso, una mera falta de civismo, o ante algo más?
En Alemania como decíamos se están tomando muy en serio esta discusión. Tanto es así, que en ciertas ciudades es posible avisar a la policía, que automáticamente impondrá una multa al conductor. No sólo eso, ojo, dependiendo de la ciudad en cuestión, la grúa puede directamente llevarse su vehículo para dejar libre la plaza con el punto de recarga.
Y se le está dando otra vuelta de tuerca al asunto, dado que no se trata solo de regular el uso de las plazas de estacionamiento equipadas con infraestructura para la recarga, también de favorecer su uso precisamente como punto de repostaje impidiendo que coches eléctricos que no están siendo recargados, las ocupen. Si entramos en esa dinámica, hay que establecer horarios, periodos de recarga máximos, etc. Como veis no es tan sencillo.
En Hamburgo, ciudad alemana que prohibirá la circulación de los vehículos diésel, los eléctricos e híbridos que quieran recargar sus baterías pueden hacerlo gratuitamente durante dos horas, lo que denominan “periodo de gestión”. En un rango horario que comprende desde las 8 de la mañana a 9 de la noche. Después de esta hora no existe el límite de las dos horas y pueden estacionar los vehículos eléctricos, aunque no estén realizando una recarga.
En la ciudad de Munich existen medidas similares, pero este límite para la recarga es de cuatro horas.
Y aún hay más flecos a abordar. No será fácil por ejemplo regular la diferencia entre híbridos enchufables y eléctricos puros, ya que los primeros suelen precisar cargadores mucho más lentos, “bloqueando” la plaza un tiempo mayor… y además no tienen la necesidad inherente de parar para tener que realizar la recarga, como sí sucede con los vehículos 100% eléctricos.
Estamos ante un debate que reviste gran interés y en el que, esperamos, medie la sensatez sabiendo dirimir correctamente cada caso y regular del mejor modo posible todo este tipo de casuísticas para que los coches más ecológicos tengan facilidades y aumente su uso, que es finalmente de lo que se trata.